Entrevista a Félix Guattari: «Ecología mental. La Pasión por las máquinas», diciembre de 1991, en español (traducción norberto gómez)


Se postea la ENTREVISTA A FÉLIX GUATTARI: «ECOLOGÍA MENTAL. LA PASIÓN POR LAS MÁQUINAS», REVUE TERMINAL N° 55, OCTUBRE-NOVIEMBRE, 1991, por Emmanuel Videcoq y Jean-Yves Spareel.

La última publicación de esta entrevista fue en ¿Qué es la ecosofía?, textos de Félix Guattari presentados y agenciados por Stéphane Nadaud.

La traducción al español -como cada vez: en proceso de revisión colectiva- por Norberto Gómez, no coincide necesariamente con la presentada en «¿Qué es la ecosofía?»

Damos el enlace, más abajo, de la versión en francés en revue Terminal, n° 55.


ENTREVISTA A FÉLIX GUATTARI: «ECOLOGÍA MENTAL. LA PASIÓN POR LAS MÁQUINAS» , por Emmanuel Videcoq y Jean-Yves Spareel. REVue TERMINAL N° 55, OCTUBRE-NOVIEMBRE, 1991, traducción al español: Norbe Gómez

Terminal: ¿De dónde viene tu interés por las máquinas?

Félix Guattari: Es una pasión de infancia y de siempre, una pasión animista. En efecto, la descripción de los fenómenos biológicos, sociales, económicos, etc… en términos de estructuras me parece insuficiente. Incluso más allá de las concepciones sistémicas, he querido forjar una entidad conceptual que no responda solamente a las relaciones de autorregulación de la estructura del sistema, sino también rendir cuenta de aquellas que desarrolla con el exterior. Porque la máquina siempre está en diálogo con una alteridad: en su entorno tecnológico, humano, pero igualmente por sus lazos filogenéticos con las máquinas que la han precedido y aquellas venideras. Aparece ahí una nueva forma de alteridad: aquella situada en el tiempo. Además de la alteridad, la máquina también establece la finitud: nace, puede colapsar, se rompe, muere. Por esta razón, hemos ampliado el concepto de máquina, más allá de las máquinas técnicas, a las máquinas biológicas, sociales, urbanas, a las megamáquinas, lingüísticas, teóricas e incluso a las máquinas deseantes. Por tanto, este concepto contempla la posibilidad para la máquina de abolirse ella misma.

Terminal: En tu texto sobre “L’hétérogénèse machinique» (1) , insistes sobre esta idea: “La máquina siempre depende de elementos externos para poder existir como tal». ¿Qué relaciones hay entre los elementos de «estructura», «reproductibilidad» y de «alteridad»?

FG: Para comprenderlos, introduzco, en articulación, el carácter procesual de la máquina. La esencia de la máquina no proviene de una continuidad indefinida, ella está en mutación. Para eso, debe intervenir un fenómeno de ruptura, de corte, como para los individuos incautados ​en el seno de su especie, y entre las especies mismas en sus filums evolutivos. Hay vida y muerte de las máquinas tecnológicas, teóricas, etc… La existencia de un colapso entre la máxima complejidad y su abolición es posible. Lo llamo la caosmosis: se puede estar en una relación altamente diferenciada al mundo, al entorno, etc… pero también no estar, desaparecer, disolverse en el caos. Esta articulación entre los dos elementos permite la evolución, la producción creadora. Como si se impusiera una reinmersión en el caos para volver a enriquecer la complejidad; como si el caos estuviera él mismo acosado virtualmente por la complejidad, y viceversa.

Terminal: También postulas que «la máquina es anterior a la técnica, en lugar de ser su expresión «. También, apuntas por otro lado que para Leroi-Gourhan, las máquinas no existen por fuera de: “El conjunto técnico al cual pertenecen”. ¿No hay oposición entre estas dos ideas?

FG: No, porque la posición de Leroi-Gourhan es un primer escalón. El articula la herramienta, la máquina a su entorno social, humano, corporal, al gesto maquínico, y a las relaciones culturales que loo sostienen. Esta problemática de la autopoiesis maquínica difiere de la manera en que la autopoiesis es formulada en los medios biologistas por Varela y Maturana. Con la simbiosis entre las máquina, la herramienta, y el campo social y humano. y la aparición de máquinas conceptuales, lingüísticas, ,diagramáticas en articulación mutua, se opera un descentramiento de la esencia del maquinismo desde su parte visible hacia su parte incorporal. Se puede entonces salir de la lógica de los objetos claros y distintos en un estrato dado, con los paradigmas extrínsecos y preexistentes que los envuelven y aquellos de descripción, aprendizaje, etc…. para llegar a otro tipo de objetos, a máquinas abstractas, portando en ellas mismas sus propios sistemas de valoración, autopoiéticos. Estos permiten comprender la articulación de los diferentes estratos maquínicos, sociales, biológicos, neurológicos, ecológicos, etc.

Terminal: Con esta definición de la esencia de la máquina, ¿cuál es según ti la parte de lo humano y de lo no humano en las máquinas?

FG: Diría más bien: ¿cuál es la parte del devenir maquínico en lo humano y lo no humano? Porque el devenir maquínico constituye formas de humanidad, pero también implica otros devenires: animales, vegetales, musicales, matemáticos, etc… Supone lo virtual, la adyacencia que proviene de universos incorporales, de universos de referencia sin ser prereferentes. Escapa de los paradigmas preexistentes. Conlleva una vitalidad, una proliferación, una encarnación existencial parcial que llamo territorios existenciales. La intuición de este concepto de máquina apunta a escapar a la lógica de objeto discursivo, de flujo manifiesto, para integrar entidades no discursivas, incorporales, contingentes, como la de la existencia.

Terminal: ¿Cómo «esta esencia maquínica» se diferencia del Grund heideggeriano y el significante lacaniano?

FG: Estas categorías suponen y sustentan una cierta relación de discursividad con una lengua fundamental del ser o de significantes, de tesoros del código. Me niego a que todo sea ya contabilizado en un «gran otro» o en un «Grund», en una relación con el ser demasiado marcada, especialmente por las posiciones filosóficas griegas. Hay tantas referencias de «gran otro» como mutaciones de los universos de referencia. Así, la música polifónica es una creación sui generis, sin ningún fundamento, sin ningún Grund, cualesquiera sean las filiaciones a las cuales se las remita: nacimiento del pensamiento matemático o filosófico. No veo algo previo a esta creatividad absoluta, no hay cadenas significantes, o primacía del ser. Hay heterogénesis, lo que constituye un garante de la actividad humana. Sino, se recae en los universales..

Terminal: ¿Puedes explicar tu fórmula: «el movimiento de la historia se singulariza en el cruce de universos maquínicos heterogéneos? «

FG: La historia en todos los casos es una narración: épica, de connotación religiosa, marxista, maquinista, etc… Pero ellas tienen valor porque así se hace tomar consistencia a la duración. Mi afirmación no es más científica que otras. Pero la diferencia con la explicación por la universalidad de las relaciones de producción, de cara a las relaciones sociales y culturales, reside en que el primado de la explicación maquínica elude radicalmente toda idea de relación entre infraestructura y superestructura. Así, hay ciertos giros históricos debidos a una mutación tecnológica, Por ejemplo, la aparición de las armas de hierro desenmascaró a los imperios asiáticos existentes por milenios. Sin embargo, también pudo ser una mutación partiendo de los registros para contabilizar las máquinas de guerra, para organizar a los militares, por lo tanto, del orden de la escritura. Podrían ser también mutaciones jurídicas, en una relación de producción (unidad monetaria), en la ciencia, en los transportes (descubrimientos marítimos), etc… No de impone entonces una causalidad obligada. Por el contrario, hay que investigar cómo se contaminan, influencian, se causalizan las diferentes mutaciones maquínicas; cómo crean focos de subjetivación parcial, una plusvalía creadora, una afirmación autopoiética; cómo toman el control. Por ejemplo, en las épocas de las grandes ciudades-mundos descritas por Braudel, hay una entidad urbano-capitalista que domina, luego se aleja de las grandes ciudades italianas hacia Amsterdam, Londres, etc… Este desplazamiento no es puramente económico, sino cultural, sociopolítico, religioso, etc… Pero eso encaja. Es cada vez la historia en estado naciente, una cristalización, una singularidad.

Terminal: ¿En qué el estructuralismo nos impide entrar en el mundo real de la máquina? ¿Cómo se aplica esto a la informática?

FG: A este respecto, los remito a las reflexiones de Pierre Lévy. Además, la mutación maquínica informática es inseparable del desarrollo del hipertexto dentro de referentes incorporales. Si nos quedamos con una visión puramente cibernética de la máquina, si no la ligamos al conjunto de sus interlocutores, si no descentramos la esencia de la máquina informática de todo su softwares (que también son psique, sistemas de circulación de la vida, teorías, etc…) entonces tenemos una visión un poco cegada, no prospectiva. Las células prospectivas de los grandes fabricantes no funcionan así. No experimentan sobre la forma en que las colectividades humanas podrían utilizarlas. Para integrar nuevas posibilidades en el hardware de la máquina, el verdadero nivel de maquinismo no puede reducirse a los elementos estructurales cibernéticos.

Terminal: Ellos definen un producto, lo consideran desde un ángulo de marketing y luego tratan de ver cuál puede ser su uso. Piensan que la máquina de la comunicación, según el paradigma de automatización, va a reemplazar a los humanos, mientras que es preciso concebir en términos de sinergia, de complementariedad, de interacción. La ruptura con las herramientas según Leroi-Gourhan: la prolongación del brazo en la herramienta, opera en provecho de una «máquina metafísica» que sustituye y aplasta lo humano.

FG: No aman las máquinas…

Terminal: El mundo mecánico y técnico, en término del cual se constituye la humanidad hoy y según tú, está «atrancado por horizontes invariables y limitación de las velocidades del caos. Pero ese mismo mundo de coacción, está duplicado, triplicado, por otros mundos que demandan bifurcar y engendrar nuevos campos de posibles”. ¿Cuales son estos otros mundos y para cuales campos de lo posible?

FG: Veo dos, entre otros, a señalar: el mundo de la filosofía, que, en cierto modo, forja sus objetos absolutamente en una relación de velocidad infinita, de ruptura infinita con las categorías mundanas. Se sitúa desde el principio en una creatividad de conceptos que trabajan con la potencia de lo infinito. Y luego está el registro del mundo estético que, en cambio, a partir de una materia sensible, reproduce, restituye filosofía, campos de descubrimiento infinito. Allí, hay todo un rodeo por el trabajo de la materia.

Terminal: ¿Qué campos de lo posible, entonces?

FG: ¡Creación! Es un poco esta utopía de una posible confluencia entre los factores de creatividad de la ciencia, de la filosofía, de las artes y además de los campos sociales, económicos, ecológicos todavía estratificados, territorializados, tanto más cerrados sobre ellos mismos cuanto más se sienten amenazados por estos factores de desterritorialización maquínica. Se puede aceptar esta oposición dualista como irresistible y definir el destino de la humanidad como desgarros, pulsiones contradictorias sobre
territorios de referencia, o como el abandono a la dromótica (como diría Paul Virilio). Para mí, la idea de la mecanosfera supone que no es imposible que nazcan dispositivos que permitan experimentar esta confluencia; sin hacer ciencia, arte o filosofía con lo social, sino produciendo sistemas de valorización múltiples, heterogéneos, dando el gusto por la singularidad, por la finitud, por el ser-ahí. ¡Más allá, evidentemente de los mitos redentores, de las funciones políticas de representaciones alienantes! Hay que salir de ese carácter de generalidad abusiva que caracteriza a la esfera mediática persiguiendo los signos de valores de progreso que, finalmente, no remiten sobre nada y no ensamblan el deseo en el campo social. Allí, habría todo un decentramiento que abre una práctica que he llamado ecosofía, una disciplina que tendría que ver con la política, la ecología, el arte, la ciencia etc… y que aún así, sería una práctica específica, una suerte de sabiduría no-contemplativa.

Notas

1) L’hétérogénèse machinique, publica en Chimères n° 11

N. de T. a esta nota «1». L’hétérogénèse machinique / La heterogénesis maquínica, es el título del capítulo 2 de Caosmosis, libro de Félix Guattari de 1992, con traducción al español por Irene Agoff, 1996, Manantial. (Mismo título, no necesariamente, mismo texto)


Cliqueando sobre la imagen subyacente, se accede al PDF versión en francés publicada en REVUE TERMINAL N° 55, DICIEMBRE, 1991:


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